viernes, 10 de febrero de 2012

LA VOZ DE TUS CARICIAS y 2 por CARLOS VILLARRUBIA



LA VOZ DE TUS CARICIAS es el texto invitación que escribí para el encuentro de creación afectiva que dirigí y presenté-como tantos otros. en ECOCENTRO-MADRID en octubre 2001. Conmigo participaron amigas y amigos como ÁNGELA MURO, RAÚL ALCOVER, CYBIL DURANGO, CARLOS ATTIAS, LOLA MORENO, JESÚS TABLATE, GINÉS LIÉBANA, JUAN CARLOS SANZ, JORGE PINEDA, VANESSA MONTFORT, HILARIO CAMACHO...Tood bajo el título LA VOZ DE TUS CARICIAS. Para ilustrar esta segunda entrega el genial tema del admirado FERNANDO ARBEX, LOVERS IN THE RAIN en la versión de BARRABAS. FERNANDO me enseñó rutas de navegación en el arte de la composición gracias a entrevistas y conversaciones en ONDA MADRID, en el antiguo bar de su hermana ROSETTA en LA CASTELLANA, en el CAFÉ DE LOS ARTISTAS. Gracias FERNANDO.


LA VOZ DE TUS CARICIAS y 2

por CARLOS VILLARRUBIA

Descorrer velos que ocultan un mundo secreto. La imposibilidad de concretar el tacto nos vuelca al chapoteo, pisando charcos que no queremos, manchando escaparates que tanto admiramos. Todo porque el río íntimo no ha sido recorrido. Naveguemos pues por el Amazonas que nos habita sin miedo a la fauna local. La voz de tus caricias no necesita un titánico esfuerzo para transparentarse. Déjala correr para que busque espacios por las oquedades de la rutina. La naturaleza abierta espera a que la puebles con los colores de tu paleta. Animismo sin títulos de propiedad. Al escuchar esa fuente interior asistes al espectáculo de la afectividad que no se agota en la fecha fija. Y si te abres en expansión emocional se presentan alternativas continuas. El cosquilleo infantil te sube desde dentro y en el malecón las luces del barco ya no se alejan llevándose al amor como extranjero furtivo. Lanza redes no para retener el agua en una cárcel de sombras; sí para saludar al bosque submarino, a la posidonia oceánica que se tiene solícita para aliviar los pasos de tu caminar cansado. Allí donde los recuerdos no pesan, allí donde el cuerpo se libera de toda suerte de atadura. Ese vértigo que se asoma en la candelita de tu mirada no es un ciclón en retirada; simplemente es el primer desahogo para que paso a paso hable la ternura.

Por si te mueves, por si despiertas del letargo que ya es hora. Que las calles de la nostalgia son un abrigo-liana que se anudan en tu cuello. Vuela, quiebra tu vital rompecabezas. No te asustes si ese brote va y te eleva a otro cielo. El amor desafinado tiene gracia. No te apures; no hay extraños en la noche. Que te siga el foco. No te parezcas tanto a tu fotografía. Vivimos atrapados en la instantánea del fotomatón . Presos de la hazaña nunca llegamos a la playa; esperando a que alguien nos rescate con aroma de gran evasión. Siempre con la tierra a la vista y la nave embarrancada.

El regreso a la belleza tiene su aflorar de la mano del arte de compartir. El placer compartido es la superación del placer del escondite, sinónimo de épocas de retaguardia. Vivir pues de dentro-adentro a afuera, sin apriorismos. Una sola forma de vivir aburre. A por la aventura que nos pertenece. Quien se atreve consigo mismo no necesita excursiones al vacío. Cuando sobreviene el apagón, basta abrir el paracaidas de la novedad que vive en el interior del ser humano para no acomodarse en el fracaso.

Despliega pues las artes de la ternura para que crezca la flor de la transparencia en la superficie del mar hermano, el que no abandona y arrulla con la sabiduría de siglos cuando no acuden las palabras a nuestro idioma para nombrar lo que sentimos. La voz de tus caricias crece como la espuma que dulcemente marea pero nunca extravía. Y que el duende en libertad se ofrezca a tu corazón para que viajes en el amor.

CARLOS VILLARRUBIA

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