miércoles, 25 de enero de 2012

LA FLOR DE LA TRANSPARENCIA 2 por CARLOS VILLARRUBIA



LA FLOR DE LA TRANSPARENCIA es el título del ensayo que publiqué en la revista ÁLBUM LETRAS Y ARTES número 58. Es un viaje a la búsqueda de la claridad a partir del reencuentro con la naturaleza partiendo de la flor del instante intemporal. Para acompañar la segunda entrega, los versos del amigo y admirado ANTONIO GALA en la voz de CLARA MONTES, "Agua me daban a mi"


LA FLOR DE LA TRANSPARENCIA 2

por CARLOS VILLARRUBIA


Desentrañar la raíz y que pétalos de sangre germinen en la tierra de la libertad. Suspiros de amor, que no de vaga ansiedad. Y la flor abierta como en la bendita locura de Hölderlin. La ciudad inmóvil frente a la ciudad invisible; pero tú llevas como Alfonsina Storni"las manos brotadas de rosas". Adiós a las flores estáticas. Quedan bien en su jarro con diamantes sobre la mesa como en el cuadro de Jan Brueghel. Adiós a la tortura silenciosa, a la gota malaya de la tristeza. La vida callada no es más que un iluminado abrirse en un concierto de pétalos acelerados. Y un arquitecto de sueños se asoma a la blanca Ibiza y en la visión de San Carlos, tu cabeza sobre nubes va flotando y la rosa imposible crece en un vergel de claveles y violetas. Con Antonio Colinas buscamos la unidad para sentir la trascendencia y "necesitamos el silencio y la reserva del jardín para escucharnos, para saber quienes somos y hacia dónde vamos".

Abrir el balcón a la luna con su "lumbre de azucena" y que Juan Ramón perviva en el rastro de Moguer. Abajo el castillo inexpugnable y la mano tendida con la flor a plena luz, porque al "mirarse adentro" con obsesión se invoca el magnetismo de lo crepuscular. La rosa es una veleta que nunca indica hacia el paredón del vértigo; necesita un pasadizo que la evapore de la gruta. El amor errante cabalga en la estela de la roja flor. Ricardo Molina se mueve en el tic tac sediento del patio cordobés."Agua me daban a mí, me la bebí" y el buscador va escondido en la voz de Clara Montes, al encuentro de Antonio Gala y su palabra-zahorí. El rosal reclama la sutileza de una vida sencilla.

Atravieso con Pessoa el paisaje en el sueño de un puerto infinito, donde al son del bolero-chá que escribí con Lucrecia "no mueran mis olas". En las páginas de Hölderlin, "ni una palabra más Belarmino voy a tumbarme entre las plantas y los árboles y voy a rogar que la naturaleza me dé esa misma calma". Y perderme por el mar con la música de las flores recien cortadas que siguen la bella deriva de los caminos de la memoria. Ritmo de agua y en la palabra de Shakespeare, "no te conduelas más por lo que has hecho; las rosas tienen espinas y fango los argentinos manantiales".

Y las rosas humildes de la sierran nacen en la voz que enhebra el atlas de la diversidad con Vicente Núñez y "crecen sobre el césped de la oscuridad orillas". El viejo dios-río susurra consejos y repite con Hölderlin, "pronto volverán a florecer en torno a ti signos de antigua vida". Y así sentirse uno más entre las flores y hablar su idioma y llamarlas con su nombre. Vagar descalzo por la hierba sideral, hallando casa en cualquier lugar, a la luz de toda flor que asome una mano abierta.



CARLOS VILLARRUBIA

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