martes, 24 de enero de 2012

LA FLOR DE LA TRANSPARENCIA 1 por CARLOS VILLARRUBIA



LA FLOR DE LA TRANSPARENCIA es el ensayo que publiqué en ÁLBUM LETRAS ARTES en el número 58. Un viaje por los senderos que la belleza ofrece para rescatar el país de la imaginación. Transparencias y claridades, buscando siempre la flor del instante mágico. Esta primera entrega viene acompañada por una de las primeras composiciones de JOAN BAPTISTA HUMET, BUSCO UNA FLOR. Siempre recordaré las conversaciones con JOAN BAPTISTA en el entorno de SGAE, allá por la PLAZA BARCELÓ, LA FUENTE DE LA FAMA y eL PATIO DE LUCAS. Sensibilidad y tacto, gusto por la poesía y talento como autor.


LA FLOR DE LA TRANSPARENCIA 1

por CARLOS VILLARRUBIA


Cuando el nómada intuye un paisaje de naves embarrancadas abandona su celda conventual y busca la alianza de la claridad. Se siente flor porque necesita recuperar el idioma del cariño. En simpatía con los ciclos de la naturaleza abre su ventana para respirar vida. Demasiado trecho en diálogos conceptuales. Ocaso en el horizonte limitando el campo de acción. Ahora ha sonado el gong expansivo y baja el río desde la montaña empapando de verde las riberas. Hay color. Y la belleza quiere ser nombrada, requerida, galanteada. La belleza vive su eterna primavera sin achaques de calendario. En el jardín de las pasiones, se impone la sensualidad ética. La flecha de la utopía ha sobrevolado el pequeño planeta sin reparar a menudo en la vida que brota a flor de tierra.

La fuerza original emerge de la noche como en el mundo pictórico de Ramiro Fernández Saus. Y en la soledad sonora, la ciencia del silencio " frente al cielo estrellado" de Lorca. Aún César Vallejo se pasea por el firmamento tachonado de blancura en el nocturno intemporal del Perú de distrito de Libertad. Y se abre la flor; la flor de la transparencia, la que se integra con la realidad cósmica y rompe los barrotes de la rutina. El amor oculto se desvela y la puerta del concoimiento como corola ardiente deja que corra la vida. Lo grita Jorge Guillén, "¡Vuelve el universo primitivo, todo puede ser nido¡". Y la furia de la belleza explota. Los caballeros de la isla del ensueño no buscan aislarse del mundo. Su lema es beber de la esencia de la naturaleza y regar el corazón humano. Y con el hombre de la flor en la boca de Pirandello, " el sabor está en el pasado que nos queda vivo dentro". La tradición es reversible; segunda piel capaz de soportar cualquier cataclismo emocional. Y la flor es la pequeña estancia, un micromundo sensible que alienta un pulmón suplementario frente al agobio.

Hay perfume de libertad más allá de la cárcel diaria. El jardín no es un coto privado, despunta tras los mármoles de la exquisitez. En surtidor de alegría, como ramificación de las venas que conducen tu creación a la bocanada externa. Al nómada no le ata ni un papel ni una frase a media luz; vuela cerca del sol.Pero hay que sacar a pasear la flor, echar a la mar el perfume y que la esencia impregne el océano maltratado."Quiero ser un jardín en cuyas fuentes nuestros sueños despierten nuevas flores", cuenta Rilke para combatir el espíritu de desasosiego, el del solitario del restaurante lisboeta en la visión de Pessoa, el del puñal de la melancolía.



CARLOS VILLARRUBIA

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