martes, 21 de febrero de 2012

JUGUEMOS A JUGAR 1 por CARLOS VILLARRUBIA



JUGUEMOS A JUGAR es el título del ensayo que publiqué en la revista ÁLBUM LETRAS ARTES número 69 . Reclamo de un tiempo abierto para la arquitectura de la ilusión. Jugar la baza de nuestros deseos, salir a pasear de la mano de nuestros sueños por palacios y cabañas. Para ilustrar esta primera entrega, VOLVER A SER UN NIÑO, de SECRETOS en compañía de MANOLO GARCÍA, en la evocación del añorado ENRIQUE URQUIJO, compañero de andanzas por las noches de MALASAÑA


JUGUEMOS A JUGAR 1
por CARLOS VILLARRUBIA

Vivir la ilusión es circular por un presente continuo; no pesa el pasado ni hay efecto retrovisor. No duele la herida del ayer que nunca fue. Maravilla del instante-historia, página en blanco para delirar sin temor al precipicio del insomnio. Pequeño teatro de la cordialidad en un mundo de títeres con ventanas al horizonte limpio de dobleces. Porque en los ojos del niño descansa el tiempo. No hay batallas de agendas y hasta la dulce mentira se acepta como media verdad. Quedarme en tu mirada de páginas calladas dispuestas a escuchar lo mejor que aún queda en el álbum adulto. Todo memoria porque todo pasa a la vez, de forma vivida y presentida. Es el territorio donde el indicio no precisa huella. La vida es bella y la melancolía desprende perfume de cine-cine italiano; lágrimas de alegres conciertos con la sencillez y Fellini escribiendo en la arena, " cuando somos niños tenemos con la realidad una relación nebulosa, emocional, soñada". Benditos días del arco iris. Porque nunca nos vamos del lugar del amor, allí donde hay cariño y agua fresca que beber. Diminutivo no fingido, frase de aliento que nace de la esperanza continuamente renovada. Hogueras de San Juan, cohetes en el descampado, cuentos de Navidad a la orilla de Dickens.

Como un extraterrestre en el jardín descifro el lenguaje de la luciérnaga mítica. Búhos y lechuzas se sorprenden de mi familiaridad con las nieblas de lo invisible. En la pureza no se esconde ningún baúl de los recuerdos. Perder el tren de la infancia es empezar a envejecer y enamorarse de modo enfermizo de una dorada decadencia... que sólo abriga un resquemor. La ingenuidad es un pacto con la vida, tomar el té con la luna, sentir la fuerza de volver a empezar siempre. Amar después de mar. Echo al agua mi barquito de papel y te ofrezco mi ilusión de azúcar. Te la cambio por palabras de menta y en la noria vamos a girar sin miedo al cielo inalcanzable. Visión dilatada donde nunca se hace tarde. La casa es la calle y tu entrega el universo porque el error se recicla en el descubrimiento. Siempre en disposición de aprender, sumo y veo huecos en los agujeros. Semillas de claridad en el túnel, rayos de ensoñación en los apagones emocionales. Rueda a la rueda no para de girar y como anuncia Elena en "El sueño de una noche de verano", "el amor es un niño" y si lo censuras... se puede asustar.

CARLOS VILLARRUBIA

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