lunes, 12 de diciembre de 2011

THE PLAYER de ROBERT ALTMAN por CARLOS VILLARRUBIA.- NARCISISMO SIN SALIDA





(En el ciclo cine dins del cine de CINE CLUB KONIEC-CALAFELL(TARRAGONA) presenté en forma de conferencia-coloquio la película de ROBERT ALTMAN, THE PLAYER, estrenada en España con el título EL JUEGO DE HOLLYWOOD. Como corolario del encuentro y visionado del film escribí este texto publicado en el blog-web de CINE CLUB KONIEC)


A propósito de THE PLAYER de ROBERT ALTMAN



NARCISISMO SIN SALIDA

por CARLOS VILLARRUBIA



En la celda de cristal, en la divina y tramposa telaraña de los falsos horizontes,Hollywood dibuja su ventana al artificio, el camino del vértigo para saltar todos los pasos del conocimiento y alcanzar metas sin dejar crecer la hierba. Altman, con la visión luminosa del humanista que busca conciliar utopía y realidad poética, dibuja en THE PLAYER la ratonera de diamantes donde surgen, debaten y desaparecen toda suerte de aspirantes a un cielo que no ejerce precisamente de protector. El director de VIDAS CRUZADAS concibe la existencia como un juego de transbordos, azares y destinos que se entrelazan ante la ceguera de seres que viven absortos en una cápsula. Quieren tenerlo todo bajo control y aterrizan día a día en un caos sin latido. Ese palpitar es el que ALTMAN quiere rescatar sin miedo a afrontar toda suerte de abismos. Ni éxitos ni fracasos, la vida es un continuo intemporal que besa la playa de la magia si descubrimos las conexiones naturales. Entonces la red se enciende y nuestra imagen se proyecta y multiplica. En THE PLAYER el autor ajusta tiernamente las cuentas a la industria de un cine en época de rebajas. Su magistral plano secuencia de partida es el vuelo del águila, el compás sarcástico capaz de trazar líneas que conviven pero nunca se encuentran. Metáfora de un fin de siglo, que a pesar de las trompetas neoconservadoras, ve cómo se ahoga un sistema, cómo la falsa percepción de la tecnología y de los resortes del poder llevan a los teóricos controladores a callejones sin salida. Al extremar el sistema competitivo, al trepar sobre cadáveres ya nada exquisitos, la autopista deja de ser segura y amanecen de repente las arenas movedizas. Corazones aturdidos, enredados sin el divertimento del lío, incapaces de gozar la magia del instante que acaban escondidos en la habitación del desamparo. Pero ALTMAN intuye que el espacio suena, cuando en el restaurante-karaoke, la letra de la canción escribe su mensaje de espera... ya se sabe que es posible un mundo en paralelo, sin culturas de corta y pega, sin vidas a pié de página. Porque sí, existe el cine dentro del cine, la posibilikdad de mirar a quienes miran pero, sobre todos los planos, prevalece el acto de vivir, la belleza dinámica y no estática, el sueño que se atreve a comprobar la verdad de un presentimiento. Porque todo es coral y está en movimiento continuo. Hay una línea que se puede establecer con el universo. Bienvenida la voz del heterodoxo ALTMAN. El sueño de la razón sí produce monstruos; pero la mirada del cine nos ayuda a elevar nuestros sueños y a danzar, sin temor a los muñecos diabólicos,, por el bazar de las utopías. Es entonces cuando devolvemos al juego el sentido del placer. Juguemos a jugar, juguemos a vivir en conexión, en red natural de corazones para nunca más sentirnos solos, para atender la llamada de ese espacio que suena, para cruzarnos vida a vida, estación a estación como nos sugiere la mirada paciente y sabiamente humorística de ROBERT ALTMAN. Definitivamente, nadie puede rescatar al narcisismo del siniestro callejón.



CARLOS VILLARRUBIA

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