domingo, 18 de marzo de 2012

TAM TAM DE PISCINAS PRIVADAS, por CARLOS VILLARRUBIA

"LA ESCUELA DE CALOR"(RADIO FUTURA)

TAM TAM DE PISCINAS PRIVADAS, por CARLOS VILLARRUBIA

Tribus urbanas bailando en la academia de los tiempos. Sectas del aire, sectas del mar.Arquitecturas modernas retando a la ciudad de siempre para tejer el rompecabezas del porvenir.adiós a las enciclopedias; a las antologías les gustan los cadáveres exquisitos. No colecciono diamantes para la eternidad ni fantasmas en la niebla, pero el tema de Santiago Auserón me conduce de nuevo al verano del 84, a la piscina privada del edificio de apartamentos de Padre Damián 43, donde habitaba este sonámbulo en un estudio que casi tocaba el cielo. El baile sincopado de Radio Futura, los que ya me sorprendieron con "Enamorado de la moda juvenil"y"Dance usted" me arropaba con tambores de vecindad. Tenía aún frescas las charlas con Santiago Auserón sobre la memoria y el ruido en su apartamento de Arturo Soria. Corazones automáticos de aquel legendario "Disco Express" donde debuté en el 73 con mi primer texto-canción,"Brioso corcel".
Madrid de cuerpos esplendorosos y Carol-Relax, de céspedes-bañera para el descubrimiento de cuerpos de mujer. Quién podía escuchar el mensaje del contestador unos pasos abajo.Todo estaba por llegar y pasaba las páginas del placer sin miedo a perturbarme. Cuando dirigí y presenté el espacio radiofónico, "Al ritmo de Madrid" en 1987 en la emisora Onda Madrid elegí como sintonía, "La estatua del Jardín Botánico",
de Radio Futura. Me fascinó- y así lo comenté con Auserón, Pérez Villalta o Gómez de Liaño- la combinación de quietud y movilidad al estilo de la filosofía de María Zambrano. El pensamiento como elemento motriz y el ritmo como signo de puntuación. Me daba la razón de pleno a mi tesis de "quien más
se mueve es quien ocupa su lugar no quien corre desesperadamente hacia ningún lugar. Saber esperar en la ley horizontal del descanso viajero. Como en aquel césped-parrilla al dorado del agosto madrileño de los 80, deslizando las cremas por las cordilleras de Vanity. Pasarelas del narcisismo que aún no explotaría enamorado de sí mismo; deambular de pasos atribulados a la espera de la madrugada. Era una escuela de calor, perfilando como el viento a aquella maravillosa Sierra del Torcal de Antequera para la que escribí un guión dirigido por el genial Antonio Betancort. La naturaleza moldeadora y el ánimo dispuesto al baile. Siempre creí que a lo literario tradicional le faltaba ritmo, quizá abanicos de colores para no caer en la estética del tragaluz. Por eso nunca fui un escritor de libros tradicionales; siempre busqué formatos alternativos, más allá del género y de la publicación editorial a peso. He aquí la paradoja de que aún escribiendo al modo bohemio de tinta y papel o de olivetti letera 35 por salones, hoteles y sábanas hospitalarias mi obra se difunda en los formatos más innovadores. Seguiré desarrollando las enseñanzas de "La escuela de calor", asomado a la cultura sentimental de los Carlos Faraco, Fernando Luna, Juan de Pablos, Julio Ruiz, toda la generación de Radio 3, capaz de romper cualquier tentación de visitar el planeta del aburrimiento. Marcha para los sentidos, ritmo a las palabras, más allá de cualquier formalismo. Luego, un Santiago Auserón entre la cubanía y los aires de Las Ramblas buscó negras flores entre los árboles de la sabiduría. Cacao, cacao, dulces frutos de la pasión rítmica y el barrio de la Ribera arrullando a la Catedral del Mar. Yo también tuve un Madrid de besos hasta la eternidad, de cuevas enceladoras y palabras sobre una piel de arena. Playitas en las alturas, cadencias de tantos acentos como registros tiene el alma. Ven, el ven y ven siempre desde la Raquel Meller del Paralelo, que
ahora rememoramos con Fernando Gómez en el Centro Aragonés de Joaquín Costa BCN.Como todo tímido letrado que se precie recibí la acogida sicalíptica de las cupletistas, de esas maravillosas damas del espectáculo que cierta intelectualidad aún mira por encima del hombro y que a mi me sacudieron-sin pasar por taquilla- de todas las telarañas que aún sujetaban a mis palabras libres. Tam tam sí de piscinas privadas y suena en versión rap, en modelos disco dance "La escuela de calor". El Auserón de la Sorbona, el de Deleuze el burlador de los vericuetos de la Escuela de Frankfort, cosntruyendo un discurso rítmico que aún perdura como clásico del pop. Qué fatiga ordenar los contenidos según un patrón, al compás
de un slogan. Aún recuerdo el luminoso texto de Santiago en "Diario 16" contra los lenguaje-pancarta; a menudo lo rememoro en mis conversaciones con Jesús Tablate, editor de la revista ÁLBUM letras y artes, mi casa formal literaria desde hace más de veinte años. Y todos en el baile tribal, marcando coreografía en las alturas de Costa Fleming entre "Marta tiene un marcapasos" y "Semilla negra".Lo conceptual pero sin teórica plomo; lo profundo pero a la vez nadando por la superficie. He ahí el secreto de Auserón en la era Radio Futura; he ahí el discurso fabulador y divertido del arquitecto y pintor Ginés Sánchez Hevia en las mañanas de la Cafetería Olivieri peleando con mis encargos de la tintorería.Bendita época de fresas y champagne, lluvia de pasos de baile que siempre abrigarán mi corazón. Gracias Santiago por las largas horas de animada conversación. Somos heterodoxos, pensadores libres, alérgicos al aburrimiento, enamorados de la mujer sin atisbo de narcisismos pegajosos. Por eso al devolverme a Madrid, a propósito de mis encuentros de creación afectiva en Ecocentro, disfruto la neoMalasaña. Seguimos bailando hasta que rompa el sol, sin temor al disloque. Para participar de la ceremonia colectiva de la creación-como tú Santiago, como la genial Cathy François, los dos en paralelo desde aquellos corazones automáticos-, para reanimar de nuevo el tam tam de las piscinas privadas y ver de nuevo un Madrid sin agrias tertulias, con color y sin espíritu de retrovisor. Quiero que me hablen del futuro, quiero saber de la memoria del porvenir.
Pasar no es pasar de todo, es ceder el paso a lo que está por venir, a esa maravillosa lección de la vida que supone la posibilidad de volver a empezar siempre. Bienvenida escuela de calor, me dejaré llevar como en la alfombra mágica por el césped risueño de aquel apartamento de Padre Damián 43. Aquí no hay ni un mal paso, es la azotea del ritmo, la bendita escuela de calor.

Texto escrito originalmente para el portal: http://unanocheenlaflorida.es

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