sábado, 3 de marzo de 2012

MEMORIA Y OLVIDO por CARLOS VILLARRUBIA



Este texto se publicó en versión catalana- MEMÒRIA I OBLIT- en LA MARINA DIGITAL en formatos papel y digital. Es un paseo por la memoria y el olvido bailando en el porvenir. Para ilustrarlo, el tema escrito por ALBERT HAMMOND para LUZ CASAL, luego también cantando por el propio autor, DANI MARTÍN y CHAYANNE


MEMORIA Y OLVIDO

por CARLOS VILLARRUBIA

Somos memoria y olvido bailando en el porvenir. Los recuerdos huyen a menudo en la neblina porque no los dejamos crecer.Todo es vértigo y desasosiego, reclamo de urgencia. Queremos disfrutar sin que los días nos duelan. Pero es preciso sentir la vida con intensidad, lejos de la distancia.Las agendas programan, las emociones sorprenden. El curso prefijado de los acontecimientos no genera latido. Roce que no invade, seducción que no miente. Cuando vivimos con emoción nada desaparece de nuestra autopista de la memoria. De repente, tiramos del hilo y los paisajes reaparecen en el prodigio de la asociación húmeda de lo emocional. Sentimientos, palpitaciones, huellas que jamás se borrarán a pesar de las emboscadas del olvido.

Quiero quedarme en la mirada de lo que amo porque allí permaneceré siempre. Si deslindo odio y amargura de los instantes-tesoro, dejaré atrás la basura de las cuentas pendientes para salvar lo mejor de lo vivido. Amigos, la memoria toma el retrovisor como proyección hacia el horizonte abierto. Por eso, la verdadera memoria , la que necesitamos preservar como oro en paño es la del futuro. La senda por la que viajan nuestros deseos al encuentro con el ensueño. ¿Pero no hablamos siempre de pasado cuando acudimos a revisar nuestra biblioteca emocional?Definitivamente, no; memoria no es nostalgia, no es un lánguido caminar por la decadencia de una falsa eterna juventud. Aquellos personajes ya no nos representan, es mejor extraer la esencia de la existencia, lo que de germen, sello y semilla tiene lo vivido. En ese péndulo mágico no tiene cabida el olvido, porque vivimos lo vivido como si estuviera siempre sucediendo. No tenemos que pelearnos con la tradición ni desenraizarnos jamás. La vida es una milagrosa ruta por la continuidad y el hallazgo. Por favor, dejemos huellas, no pasemos por el amor y la pasión como furtivos sin mojarnos. Convertir la vida en arte es la tarea, desde lo sencillo, fomentando la proximidad, rompiendo falsas jerarquías. Sólo así seremos futuro y gozaremos de memoria en el futuro. Cuando has amado, cuando has sentido y has sabido prescindir para ver crecer la felicidad en quienes te rodean es posible que la vida te regale un camino sin tentaciones de olvido. Porque en tu equipaje no hallarás batallitas del abuelo, amores-invento, vidas prestadas. Sentirás que vuelves a vivir cada día, que naces en cada niño que ves crecer, que vives en cada flor que tienes el privilegio de disfrutar. Ya eres naturaleza, memoria de todas las memorias, red de redes porque has vivido con emoción y no has ahorrado un soplo de afecto.

A quién temer si los afectos se renuevan cada instante y la música te envuelve para tirar del hilo y así sentir que pasado, presente y futuro son estadios de un presente intemporal. Nada de lo que te presiente es ajeno, nada de lo que te sorprende deja de maravillarte. Nacemos para llenar nuestras mutuas soledades. Somos entrega y no tenemos que suplicar reciprocidad. Madurar es ver amanecer los frutos de la memoria. Al final de cada final nos queda el afecto que es el origen de todo principio. Pero cuidado, a veces es preciso olvidarte de ti para empezar a vivir. Refresquemos la memoria en el balneario del olvido. Juguemos a borrar lo inservible, dejemos de machacarnos con lo que pudo haber sido y no fue y saquemos a bailar al futuro sin miedo a la novedad. Vivir más allá del más acá, con vuelo de águila, sin que nos entretenga el pim-pam-pum de la mediocridad. No hay tiempo que perder porque si convertimos nuestra vida en creación el olvido pasará de largo. Lo que queda en nuestro archivo sentimental es todo aquello sentido con singularidad y chispa afectiva. Rutina es sinónimo de abatimiento para el recuerdo. El bajo tono apaga el fluir emocional. Nos han creado para ser afectivos y la vida se queja cuando escapamos se ese mágico horizonte. La ciencia pelea por conservarnos la memoria. Pongamos nuestro granito de arena en el empeño mirando al futuro sin resentimiento y gozando de lo intensamente vivido. Y así volveremos a ser memoria después del olvido.

CARLOS VILLARRUBIA

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