domingo, 7 de noviembre de 2010

El arte de la ternura - 2ª Parte

El arte de la ternura
2ª Parte

Escucha a la ternura que llama a tu puerta vestida de sorpresa. Tan valiente como te muestras en el lenguaje de la distancia... a qué no te atreves, a qué no te desarmas de tu condición impulsiva y dejas latir a los sentidos. Las palabras ya no se clavarán como alfileres, serán caricias sin que las corte la vehemencia del desgarro.

Es posible que te haya alcanzado la recomendación de situar "lafranja ternura" en el bajo cero emocional. Yo te aseguro que quien no riega el paisaje con lágrimas-semilla jamás se sacude el peso del pasado. Ya sé que a menudo te derrota la incomprensión. La ternura -geiser anímico- no necesita probación, no se somete a examen bajo amenaza de puntuación. A quien acude a retarte con la agresividad hay que responderle con la emboscada en un desfiladero de recuerdos; árboles caídos de la soledad, flores marchitas de la indiferencia para distraerlos en la destrucción de una foto que ya no nos representa.

Las lágrimas también son mar en el río de la vida donde se hace al camino del amor. Por más que busco no encuentro las luces en tu infierno. Adiós a los naufragios de quienes descartan por descartar.

Privilegios del amor. Ver la lluvia en el cristal y esconder una sonrisa cuando te veo crecer desprendiéndote de ti. Tan joven como libre de recuerdos. Sencillamente memoria. No te burles de la ternura, suele asustarse y tiembla al recomponer su transpariencia.

Cada vez que se produce una ola de rechazo regresas al pasado para imaginar caricias en el aire. Ilusiones de afecto sobre un paisaje vacío. Esa ensoñación en el repliegue no cicatrizalas heridas del alma. Para respirar necesito un microclima emocional... Si faltan las flores del afecto en mi planeta, me ahogo; simplemente, cansado sólo alcanzo a disfrazar de arrobo místico herencias lejanas de autodestrucción.

Siempre sobra un día tras la euforia-depresión y ese día es el día del adiós. Cuando aflora un cruel rencor que nos viste de extraño del amor. Tomo bien el vuelo de la intensidad que luego el tobogán hacia el cansancio va. Y al pisar la arena/realidad tan lejos queda el mar libertario.

La ternura no es condescendencia ni vértigo; es abrir puertas sin miedo al desamparo. Sólo agrede la distancia, el sí pero no. Estamos enfermos de relaciones y hambrientos de vínculos. Nunca cobarde llegando tarde a los andenes del alma con caperuza por las ciudades calladas. Me hablan de posturas y estrategias, de senderismo corporal e inmersiones submarinas, pero de amor nunca me hablan.

La melancolía ahora me devuelve al puerto saudade. Y me fugo con todo lo que se mueve para regresar a la orilla. Raíz que no estrangula. Ternura que tiene que esconderse porque desde todos los complejos le disparan. Fuga imposible porque ya ocupas tu lugar. Y el mundo gira y tú con él.

Carlos Villarrubia

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