lunes, 28 de junio de 2010

Las redes del sonido 1 - Roque Narvaja, seguimos siendo niños

Noche que vaga iluminada por poemas, y vuela de Madrid a Buenos Aires con baldositas flojas y algún lagrimón. Roque – como Rubi o Moris – por Arturo Soria abriéndome su alma de bandoneón. Queríamos ser mayores con nuestros trajes de domingo, subir a la plenitud con la intensidad del amor. Pero el tiempo "Nos ha regresado" a la ilusión de niños, palabra de guitarra para las buenas artes. De Roque Narvaja aprendí la mimosa arquitectura de las canciones que siente el latido del urbanita extraviado entre la prisa y la farsa. Miguel Ríos, Yuri, Ivan, Serafín Zubiri, M-Clan, Rocío Dúrcal, Luz Casál, José Augusto y más de un centenar de artistas interpretan sus composiciones.
"Te agradezco", "Santa Lucía", "Menta Limón", "Yo quería ser mayór"... y esa canción que nos gustaba "tararear" al estilo de Brodway y que incluyo comentada en mi libro sobre los temas dedicados a la capital ("Ciudades de ciudades") "La sombra de Madrid": "Cómo puedo echar de menos / a alguien que no se ha marchado / tu presencia es como lluvia en los tejados". Un texto del admirado Serrat para el disco "Esponjas con vinagre" habla de la calidad poético-musical de Roque. Sé que recorre Argentina con sus canciones desnudas de artificio mientras se convierte en artista de culto de las nuevas generaciones pop-rockeras, que le rescatan desde sus primeros tiempos de "El extraño del pelo largo" al clasico de "Santa Lucía", "La felicidad" o "Menta y Limón". Han pasado los años y ya no lo veo capturado por el "Walkman" imaginando melodías de Costa Fleming a La Castellana. Desde la coctelería Boadas, en compañía de Cinta Bellmunt y Ferran Gerhard me llegan sus estribillos en las previas del wodka con naranja. Desde la Barcelona universal, la de la bandera sin fronteras, le nevío mi postal de viejo amigo y ahora colega en el arte de escribir canciones. Que no nos abandone la primavera del verso cálido.

Carlos Villarrubia
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